Un conejo, muerto de hambre, llegó a una plantación de lechuga rodeada por una cerca.
- ¡Qué manjar! ¡Se me hace la boca agua!- exclamó el conejo hambriento.
El problema era que ahora estaba tan flaco que podría pasar a través de la cerca, pero después de comer habría engordado y no podría escapar.
Qué conejo más previsor, pensaréis... Y es que, efectivamente, hablamos de un conejo muy muy avispado.
El otro problema es que las plantas de lechuga eran demasiado grandes como para pasarlas a través de la cerca.
¿Cómo hizo el conejo para comer la lechuga y escapar?